¿Qué es la crianza respetuosa?

Un modelo que pone al vínculo en el centro

La forma en que criamos a niños y niñas tiene un impacto profundo en su desarrollo emocional, en la forma en que se relacionan con el mundo, y también en cómo aprenden a verse a sí mismos. Hoy en día, muchas familias buscan una forma de crianza que no se base en el castigo, el miedo o la obediencia automática, sino en el vínculo, la empatía y el respeto mutuo. Es en este contexto que surge el concepto de crianza respetuosa.

Más que una técnica o un conjunto de reglas, la crianza respetuosa es un enfoque que pone al centro la relación entre el adulto y el niño, entendiendo que la forma en que nos vinculamos deja una huella duradera. Desde la psicología humanista, este modelo coincide con una idea fundamental: todo ser humano, desde sus primeros años, merece ser escuchado, validado y tratado con dignidad.

¿Qué entendemos por crianza respetuosa?

Hablar de crianza respetuosa es hablar de una forma de acompañar el desarrollo que considera a niños y niñas como personas completas, con necesidades emocionales reales, con derecho a ser protegidos, pero también a ser tratados como sujetos activos de su experiencia.

Esto implica, por ejemplo:

  • Evitar los castigos físicos o humillaciones.

  • Validar las emociones, incluso cuando son incómodas.

  • Establecer límites claros, pero sin violencia ni manipulación.

  • Crear un ambiente predecible, seguro y afectivo.

  • Reconocer el lugar del adulto como guía, no como figura autoritaria.

Tal como señala González (2015), la crianza respetuosa no significa ausencia de límites ni permisividad, sino una forma coherente de ejercer la autoridad desde el cuidado, no desde el temor.

Crianza y vínculo: la base del desarrollo emocional

Diversos estudios han demostrado que el tipo de vínculo que se establece en los primeros años de vida tiene un impacto duradero en la salud mental, la autoestima y la capacidad de autorregulación emocional (Ainsworth et al., 1978; Bowlby, 1988).

Cuando un niño se siente visto, contenido y respetado, aprende también a respetarse a sí mismo y a confiar en sus emociones. Desde la psicoterapia centrada en la persona, entendemos que estos vínculos tempranos no solo estructuran la relación con el otro, sino también la relación consigo mismo.

¿Qué pasa cuando no pudimos criar así desde el comienzo?

La culpa es un sentimiento común en la crianza, especialmente cuando aparecen nuevas formas de mirar lo que ya hicimos. Pero es importante recordar que la crianza respetuosa también es un proceso para los adultos. Se trata de ir aprendiendo a mirar, a nombrar, a reparar. Ninguna relación es perfecta, pero las relaciones cuidadas pueden transformarse con el tiempo.

En Amülen, creemos que cada vínculo es una posibilidad de construcción. Y que acompañar a madres, padres y cuidadores en este camino es también una forma de cuidar a los niños y niñas que están creciendo.

Un modelo que también cuida al adulto

Criar con respeto no significa no frustrarse, no equivocarse ni tener respuestas para todo. Por eso, también es clave cuidar la salud mental de quienes crían, reconocer el agotamiento, las dudas y los desafíos propios de este rol. Nadie puede sostener a otro si no encuentra también espacios para ser sostenido.

En ese sentido, la crianza respetuosa no es solo una forma de acompañar a los niños. También es una invitación a revisar cómo fuimos criados, qué patrones queremos transformar y cómo podemos construir vínculos más sanos desde el presente.


Bibliografía:

  • Ainsworth, M. D. S., Blehar, M. C., Waters, E., & Wall, S. (1978). Patterns of Attachment: A Psychological Study of the Strange Situation. Lawrence Erlbaum.

  • Bowlby, J. (1988). A Secure Base: Parent-Child Attachment and Healthy Human Development. Basic Books.

  • González, R. (2015). Educar sin perder los nervios. B de Blok.

  • Rogers, C. R. (1959). A theory of therapy, personality and interpersonal relationships as developed in the client-centered framework. En S. Koch (Ed.), Psychology: A study of a science. Vol. 3. McGraw-Hill.


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