¿Qué entendemos por trauma?

¿Qué entendemos por trauma?

Una mirada clínica frente al uso cotidiano

Hoy en día es común escuchar frases como “quedé traumad@” frente a una experiencia desagradable, un susto o una situación incómoda. En redes sociales, en conversaciones con amig@s o incluso en contextos escolares o laborales, el término trauma se usa con frecuencia para describir eventos que marcaron emocionalmente a alguien, aunque sea de forma momentánea. Pero… ¿es eso lo mismo que entendemos desde la psicología clínica?

En esta entrada queremos hablar justamente de esa diferencia: ¿qué es el trauma en un sentido clínico y por qué es importante distinguirlo de su uso más cotidiano?

El trauma en el lenguaje común

En el uso cotidiano, trauma se ha transformado en una forma expresiva de hablar sobre experiencias que nos afectaron, nos hicieron sentir vulnerables o que no queremos repetir. Decimos cosas como “tengo trauma con los dentistas” o “ese examen me dejó traumad@”. En estos casos, no se está hablando necesariamente de una vivencia que haya dejado una huella profunda y duradera en el psiquismo, sino más bien de un recuerdo incómodo o desagradable.

Este uso tiene sentido desde lo cultural, porque el lenguaje evoluciona y sirve para comunicar lo que sentimos. Sin embargo, cuando hablamos de trauma en el contexto de la salud mental, estamos refiriéndonos a algo más específico y complejo.

El trauma en el ámbito clínico

Desde una perspectiva clínica, el trauma no se define solo por la intensidad del evento vivido, sino por el impacto que tiene en el psiquismo de la persona. Un trauma psicológico ocurre cuando una experiencia sobrepasa los recursos internos de una persona para procesarla, provocando un quiebre en su sentido de seguridad, en la confianza básica en el mundo o incluso en la propia identidad.

Como señala Judith Herman (1992), una de las autoras fundamentales en el estudio del trauma:

“El trauma psicológico es el resultado de un evento que abruma a la persona con terror, impotencia y horror, dejando una huella indeleble en la organización de la mente y el cuerpo” (p. 33).

El trauma puede surgir tras experiencias como violencia física o sexual, accidentes graves, catástrofes naturales, negligencia o abandono, entre otras. Pero también existen formas de trauma menos visibles, como el trauma relacional o el trauma complejo, que se desarrollan en contextos prolongados de abuso, inseguridad o carencia afectiva. Estas experiencias, aunque no siempre se expresan de forma evidente, pueden tener consecuencias profundas y duraderas.

¿Por qué es importante esta diferencia?

Nombrar es una forma de reconocer. Cuando usamos la palabra “trauma” para describir cualquier malestar, corremos el riesgo de banalizar lo que realmente implica vivir con trauma psicológico. Esto puede dificultar que quienes lo atraviesan reciban comprensión, validación o atención adecuada.

Al mismo tiempo, es importante no caer en el otro extremo: minimizar el impacto de experiencias que sí pueden haber dejado huellas. En el trabajo clínico humanista, acompañamos a las personas en el proceso de comprender sus vivencias, resignificarlas y reconstruir desde ahí un vínculo más amoroso con ellas mismas. No buscamos etiquetar, sino ayudar a que el dolor pueda tener un lugar, y desde ahí abrir la posibilidad de sanar.

Un camino posible

El trauma no es una condena. Si bien sus efectos pueden ser profundos, también sabemos que la capacidad de las personas para sanar y reconstruirse es inmensa. El acompañamiento terapéutico puede ofrecer un espacio seguro donde lo vivido pueda ser nombrado, comprendido y elaborado, desde el respeto por el ritmo y la historia de cada persona.

Como dijo Bessel van der Kolk, especialista en trauma:

“El trauma no es solo una historia del pasado. Es una historia que sigue viva en el presente” (2014, p. 17).
Por eso, reconocerlo, validarlo y trabajarlo puede ser un primer paso hacia una vida más libre y conectada.

Referencias

  • Herman, J. (1992). Trauma and Recovery: The Aftermath of Violence--from Domestic Abuse to Political Terror. Basic Books.

  • Van der Kolk, B. (2014). The Body Keeps the Score: Brain, Mind, and Body in the Healing of Trauma. Penguin Books.


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